Los primeros años poseen un valor esencial en el desarrollo del ser humano, dado su carácter de etapa de descubrimiento: del mundo en el que habitamos, de uno mismo y de los demás.
En esta etapa, más que en ninguna otra, todo aprendizaje debe ser significativo y realizarse desde la propia acción del niño, que aprende y se desarrolla a través del movimiento, el lenguaje y la exploración.
La naturaleza del niño le lleva a actuar sobre el entorno. El juego es la manifestación temprana más rica de esa necesidad en la infancia y permanece en la niñez bajo formas más elaboradas de pensamiento en acción.
Con el fin de fomentar en los niños una actividad libre, autónoma y variada, para aprender desde uno mismo, la escuela le ofrece muchas oportunidades.
Los niños y niñas no juegan para aprender, sino que aprenden porque juegan.
Jean Piaget
Lo esencial es potenciar el desarrollo de la mente, el enriquecimiento de la persona, la capacidad de integración en lo social y la facultad de adaptación a cambios imprevisibles del futuro en el que, en aceleración vertiginosa, deben estar imbricados humanidades, ciencia y tecnología.
Jimena Menéndez Pidal